Comienzan las campañas y vuelven los políticos a la exposición mediática.
¡Gong! La campaña ha comenzado. Políticos de todos los calibres aparecen en programas de radio y tv dando su opinión sobre temas irrelevantes. Mientras, quienes ya se decidieron a ir por un cargo se sacan fotos en lugares insospechados como barrios, clubes o en los rincones más alejados del país.
Políticos en bicicleta; políticos en camisa y camiseta; políticos jugando golf o un fulbito; políticos frunciendo el ceño al hablar del “otro” o ensayando una sonrisa al fotografiarse con vecinos.
Políticos hablando de temas que jamás serán título de tapa al día siguiente porque no tocan ni de cerca de la realidad del argentino. No hablan de lo mal que lo estamos pasando, ni vienen a decir: “hay que hacer esto y lo haremos así” porque simplemente no tienen idea de cómo hacerlo.
Políticos hablando del pasado y del presente, del futuro jamás. ¿A quién se le ocurriría?
Ha estado usted reflexionando, bueno… por caminos sinuosos. Digamos… ha estado usted razonando fuera del recipiente. Marcos Mundstock Ha estado usted reflexionando, bueno… por caminos sinuosos. Digamos… ha estado usted razonando fuera del recipiente. Marcos Mundstock
Políticos a los que la sociedad argentina debería hacer volver a la senda del bien público, base de toda política real. A veces creo que bastaría con un Marcos Mundstock hablándoles al oído desde el cielo: “Ha estado usted reflexionando, bueno… por caminos sinuosos. Digamos… ha estado usted razonando fuera del recipiente”.
La Argentina no funciona, pero de eso nadie habla. La decadencia en la que está nuestro país es dolorosa e incorrecta. Incorrecta porque somos una nación rica desde todos los puntos de vista.
La economía de familias y empresas está en crisis, arrasada por la inflación y el estancamiento. Pero la preocupación de la política argenta pasa hoy por ver quién patea fuera de la pista al otro -sin importar si ese “otro” es opositor o del mismo bando-.
Anotemos las simplezas que los candidatos obvian en sus discursos: cómo atraerán inversiones; cuáles son sus proyectos para apalancar el crecimiento de empresas y generar empleo; cómo transformarán a la educación para que sea la base de la evolución necesaria; cómo achicarán el gasto del Estado.
No queremos regalos, sino que nos dejen producir No queremos regalos, sino que nos dejen producir
“No queremos regalos, sino que nos dejen producir”, dicen una y otra vez empresarios y productores. Ante la falta de respuestas políticas para salir de la crisis, los gobiernos imponen más impuestos y burocracia a quienes hoy dan empleo. “Si seguimos así vamos a desaparecer”, me dijo un bodeguero hace unos días viendo cómo viene de difícil la temporada y la falta de apoyo desde el gobierno nacional.
Es por todo esto y más que se habla de crisis de representatividad en la política. No hay líderes políticos por los que la ciudadanía se sienta representada, cansada de tanta decepción.
¿Es posible que no se den cuenta? Hordas de asesores bien pagos se mueven alrededor de ellos como abejas obreras untándolos de miel que sin dudas les endulza la vida, pero que nada tiene que ver con la hiel obrera del día a día.
Aquí abajo, la realidad es agobiante y se te pega a la piel como remera transpirada; como un eterno lunes de enero de 42°. Con precios que hacen prever que volveremos a las bicis si la nafta continúa aumentando al ritmo actual; o a los fideos y polentas, por la incapacidad de millones de hogares de llevar otra comida a la mesa.
Aquí, la realidad le dice “chau” al bife vuelta y vuelta que queda en la góndola con su precio remarcado. Aquí decimos: “Adiós, asadito del domingo… Adiós”.
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